21 de agosto de 2011

En primera instancia (dis)locadas


En primera instancia (dis)locadas

 ¿Los estudiantes? ¿Curadores?

En Mayo del presente año el Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia abrió una convocatoria para seleccionar proyectos de los estudiantes de artes plásticas con el fin de construir la propuesta curatorial del Salón Cano 2011; que entre otras cosas proponía cambiar el formato tradicional de selección de estudiantes, que normalmente había estado a cargo de profesores de la Escuela de Artes Plásticas.


Este año lo que se propuso como Salón Cano fue el desarrollo de un laboratorio (Laboratorio Cano), que en principio fue difuso entre constates tensiones de posturas, que se cuestionaban por la función y tradición del Cano en la historia de la Escuela pero también si era ésta la metodología y las condiciones idóneas para visibilizar la producción de los estudiantes.


El proceso de (dis)locaciones fue utilizar un formato convencional de convocatoria e iniciar ante todo un diálogo con quienes se presentaron y con quienes elegimos. Trazamos y desarrollamos un cronograma de encuentros con los estudiantes que se acercaron, para presentar y dialogar acerca de sus trabajos y de esta forma establecer conjuntamente un grado de pertinencia con relación al eje principal propuesto en la curaduría.
Se puede decir a grandes rasgos que los criterios que se tomaron en cuenta para validar los trabajos desde la curaduría, fueron propuestas que exigieran un diálogo constante con la problemática planteada y con el grupo (dis)locaciones. En este proceso de selección contamos con la participación de Mario Opazo, Zoitsa Noriega y Jimena Andrade como docente externa invitada, a quienes agradecemos su disposición y comentarios frente al proceso.


No solo asumimos una línea curatorial, sino también la consecución de tareas y problemas, desde la burocracia, problemas técnicos de montaje, de logística y de gestión hasta la confrontación con nuestra propia práctica artística. Estas actividades que se han desarrollado moviéndonos entre el Museo de Arte, La Escuela de Artes Plásticas, el cuerpo docente y los estudiantes, nos deja tres preguntas claves: ¿Qué criterios y herramientas se nos dan a los estudiantes para asumir un proceso de curaduría? ¿Hay un diálogo real entre la Escuela de Artes Plásticas y el Museo de Arte? Y ¿Qué tan dispuestos están el Museo, las instancias culturales de la Universidad, el cuerpo docente y los estudiantes a trabajar en conjunto dentro de un proceso como el Laboratorio Cano?



 
A tientas, tratando de entender la posición de poder que hemos asumido


El proceso nos llevó a cuestionar la figura del curador como “personaje” y en algunos casos como “autor”. La posibilidad que los estudiantes asumieran el papel de curador sin tener una formación solida acerca de la curaduría, el museo y la dificultad/comodidad de asumir una posición de poder frente a otros estudiantes nos hizo pensar que el laboratorio más que ser un proceso de trabajo curatorial fue la revisión y confrontación de ideas alrededor de cómo entablamos relaciones con otros: instituciones, colegas, administrativos y profesores en el marco de un espacio que proporciona visibilidad a nuevos nombres al circuito del arte.


Sin embargo, la búsqueda de retroalimentación por parte de (dis)locaciones, fue lo que empezó a reclamar una postura crítica frente a la relación de poder: curador-artista. Sabemos que no somos curadores, somos estudiantes haciendo un intento por entender esta nueva actividad a la que nos enfrentamos, considerando los problemas de legitimidad que esto provoca frente a la comunidad estudiantil. Durante el proceso procuramos un trabajo horizontal que permitiera generar diálogos y actividades de intercambio que no tuvieran como objeto único la exhibición en el Salón Cano 2011. Pensamos que esta podía ser una oportunidad de abrir espacios que no giraran en torno a la producción y gestión individual, como generalmente se dan los procesos pedagógicos dentro de la Escuela.


Una de las preguntas es: ¿frente a quienes pretende visibilizarse la Escuela? ¿Frente al circuito comercial convencional? ¿A qué tipo de galerías? ¿Ó a las ferias? O la pregunta debería ser: ¿a que tipo de producción le esta apuntando la Escuela? ¿sigue siendo la producción individual de taller? ¿a la producción colaborativa? ¿Cuál es nuestra relación con los otros centros educativos en artes? ¿De qué manera se hacen visibles los estudiantes? La pregunta que nos queda latente y que consideramos pertinente es: ¿cómo se crea comunidad desde la académica? Y ¿A qué responden estos modos de crear circuito?


Partiendo de estas preguntas, pensamos que llegar a galerías, cooperativas, industrias creativas, museos u otras esferas del arte se ha convertido en un capital de relaciones públicas que solo se mueve entre pequeños círculos de artistas. Por lo que visibilizar y crear redes es un ejercicio de acción directa mientras se asuma con una postura crítica, por lo que tomamos la decisión de generar vínculos entre los seleccionados y crear espacios de encuentros con otros estudiantes fuera de la Escuela que puedan coincidir con sus intereses y así abrir posibilidades de vínculos de trabajos que puedan mover obras y prácticas artísticas entre lazos colaborativos.